El filósofo griego Pitágoras de Samos (580 a.C. – 495 a.C.) más conocido por todos como el famoso matemático del teorema del mismo nombre que todos hemos estudiado en la escuela, tras viajar por Grecia y Egipto se trasladó a Italia donde fundó una escuela de filosofía en el la región sureña de la Calabria, más precisamente en el pueblo de Crotona (Calabria). Sus seguidores se infligían una disciplina muy rigurosa en materia de alimentación, hoy diríamos que eran una especie de secta.
Pitágoras y sus discípulos le daban una gran importancia a la nutrición del cuerpo y del espíritu, ya que según ellos esas dos dimensiones del hombre están íntimamente relacionadas. Su filosofía se basaba en la higiene de vida: la necesidad de respetar el equilibrio entre trabajo y reposo, actividad física y reposo absoluto, limpieza perfecta. Pitágoras y sus seguidores practicaban muchos deportes como el atletismo, la gimnasia, paseos por la naturaleza y la danza, se vestían siempre con lino blanco, porque era símbolo de pureza.
La alimentación que seguían Pitágoras y sus discípulos era muy sencilla, las comidas estaban compuestas de poca variedad de alimentos. No utilizaban preparaciones complejas sino todo lo contrario, consumían los alimentos en crudo o con una corta cocción. Esta simplicidad evitaba preocupaciones superfluas y despilfarro de tiempo ya que, según el filósofo, así se favorecía el desarrollo de la actividad intelectual.
Pitágoras decía que había que comer poco y privilegiar los alimentos vegetales. De hecho Pitágoras ha sido considerado el precursor del vegetarianismo. Según él, el régimen ideal consistía en cereales consumidos en forma de pan, tortas o papillas, frutas, legumbres y vegetales, a los cuales se podía añadir leche de cabra y miel. Carne y pescado eran consumidos en muy raras ocasiones y en muy poca cantidad.
Pitágoras odiaba las habas
A pesar de consumir muchas legumbres, Pitágoras solía decir “abstente de las habas, terrible alimento”. Había varias teorías para explicar esta aversión de Pitágoras por las habas. De hecho esta legumbre era muy popular en toda la cuenca mediterránea en aquellos tiempos y era uno de los alimentos más consumidos, entonces ¿por qué Pitágoras detestaba tanto las habas?
- Quizás porque las habas hacen que se produzcan unos terribles gases malodorantes… o porque
- Los griegos utilizaban las habas para designar al azar los jueces de su ciudad, un sistema próximo de la democracia que Pitágoras rechazaba … o aún porque
- Según había una leyenda que decía que los campos de habas ofrecían refugio a las almas que buscaban a escaparse del infierno, por lo que no debían consumirse sus frutos para no destruir los campos…
Lo que hoy en día sabemos gracias a los avances científicos es que algunas personas originarias de la cuenca mediterránea (principalmente hombres) tienen un déficit hereditario de la enzima G-6-PD (fosfato-deshidrogenasa) normalmente presente en los glóbulos rojos. Esta deficiencia que, por cierto también se da personas de raza negra, afecta la distribución del oxígeno de los pulmones al resto de los tejidos del cuerpo y puede provocar anemia hemolítica en la que se destruyen los glóbulos rojos antes de reponerlos. Además la G-6-PD protege contra la oxidación de las células sanguíneas.
Y eso ¿qué tiene que ver con la manía que Pitágoras le tenía a las habas?
Pues porque las habas, además de ser ricas en purinas (que producen ácido úrico), son ricas en vicina, devicina, convicina y isouramil, sustancias oxidantes que favorecen el estrés oxidativo celular. El «mal de las habas» también se conoce con el nombre de “favismo”, puede producir trastornos graves (orina oscura, vómitos, mareos, fiebre) e incluso molestias sólo con olerlas.
Por eso se cree que Pitágoras o alguno de sus discípulos padecían de favismo y es la razón por la que le tenía horror a esa legumbre.
Fuentes: