Hoy se celebra Halloween en muchos países del mundo. En octubre, las noches se alargan y una leyenda celta contaba que los fantasmas aprovechaban esas noches más largas para visitar a los vivos. Precisamente, hace 3.000. años, la noche anterior al día de Todos los Santos los celtas se reunían para celebrar rituales para protegerse de los malos espíritus, para lo que se disfrazaban con trajes terroríficos, representando a los muertos. Fueron los inmigrantes irlandeses los que exportaron la fiesta tradicional de Halloween a los Estados-Unidos y a Canadá. De ahí, año tras año, va ganando adeptos en todos los continentes y ya se celebra en muchos países de todo el mundo.

Durante la noche de Halloween, el 31 de octubre, los niños disfrazados con trajes de fantasma, zombi, vampiro o bruja, recorren puerta a puerta las casas del vecindario pidiendo sorpresas. Los vecinos que abren sus puertas les entregan caramelos, golosinas, chocolatinas o todo tipo de dulces.

La calabaza símbolo de Halloween

La calabaza tallada en forma de cara, iluminada por dentro, es el símbolo típico de Halloween, se llama jack-o’-lantern y es un personaje de los cuentos tradicionales irlandeses.  En las Islas Británicas es tradición tallar farolillos con vegetales, especialmente nabos y remolachas. Cuando los irlandeses llegaron a América del Norte había un exceso de calabazas y, desde entonces se adoptó la idea de tallar la calabaza para esta fiesta.

La calabaza azul de FARE

FARE (Alergia a Alimentos, Investigación y Educación) es una asociación sin ánimo de lucro de los Estados Unidos que, desde 2012, busca mejorar la calidad de vida y la salud de las personas con alergias a los alimentos, trabaja en nombre de los 15 millones de norteamericanos con alergias a los alimentos, incluyendo todos aquellos en riesgo de anafilaxis potencialmente mortales. Se calcula que en EE.UU. las alergias alimenticias afectan a 1 de cada 13 niños.

Durante las fiestas de Halloween del 2014, FARE lanzó una campaña  para sensibilizar al máximo número de personas sobre el problema de las alergias alimenticias. Ilustraron su campaña con una calabaza de color azul, se llama «The Teal Pumpkin Project™».

Este movimiento ofrece una alternativa divertida y positiva para todos los niños con alergias a los alimentos, así como a otros niños para quienes los caramelos no son una opción. En realidad es una opción perfecta para todos los niños, ya que las golosinas no son recomendables para ninguno de ellos. Las casas que se asocian a este proyecto colocan una calabaza azul en su puerta, lo que significa que en lugar de caramelos, los niños recibirán una sorpresa no comestible.

AEPNAA (Asociación Española de personas con Alergia a Alimentos y Látex) apoya la campaña de la calabaza azul y recomienda ofrecer a los niños regalitos como:

  • Lápices de colores, rotuladores o bolígrafos
  • Sellos de estampar
  • Marcapáginas
  • Máscaras o caretas de papel o plástico duro (sin goma)
  • Gorros o sombreros de papel o cartón, sin goma
  • Cuentos de bolsillo, libretitas, láminas para colorear, recortables…
  • Pequeños juguetes de plástico duro (sin goma) o madera: silbatos, figuras…
  • Puzzles pequeños
  • Pulseras de silicona
  • Manualidades caseras de papel, cartón o goma EVA
  • Cajitas de cuentas de colores
  • Imanes
  • Chapas
  • Cromos

 

Tengan o no tengan alergia, deja de premiar a los niños más pequeños con montañas de golosinas.

La mayoría de los caramelos son un cóctel de azúcar altamente refinada y de colorantes artificiales que perjudican sus dientes y su salud. 

 

 

 

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