La depresión es uno de los problemas de salud más importantes del mundo y sus efectos en la salud pública, economía y calidad de vida de muchas personas son considerables. No sólo el tratamiento de la depresión sino su prevención necesita nuevos enfoques. La dieta y otros aspectos del estilo de vida abren nuevas perspectivas de tratamiento y mejora de las condiciones de esos enfermos.
Según los resultados de un estudio de la Universidad del Este de Finlandia, publicado esta semana, que ha implicado el seguimiento de más de 2.000 personas durante un largo período de tiempo que varía de 13 a 20 años según el paciente estudiado, una dieta saludable puede reducir el riesgo de padecer una depresión grave. En el mismo estudio se concluyó que la pérdida de peso debido a un cambio de estilo de vida más equilibrada y saludable influye también en la reducción de los síntomas depresivos.
Las personas deprimidas suelen seguir una dieta poco saludable que comporta una disminución en la ingesta de nutrientes y un consumo de alimentos poco saludables. Dicha investigación refuerza la hipótesis de que una dieta sana ayuda a reducir la gravedad de los síntomas de depresión.
Una dieta saludable será aquella rica en verduras, frutas, bayas, cereales completos, legumbres, carne de ave y pescado (si se consumen lácteos, sólo quesos poco grasos).
Asimismo, la dieta saludable evitará el consumo de aquellos alimentos que son perjudiciales para la salud y que, además, están asociados con un aumento de los síntomas depresivos como azúcares y harinas refinadas, la comida chatarra, bollería industrial, alimentos procesados, alcohol y bebidas azucaradas.
Uno de los nutrientes que parece influir en la reducción del riesgo de depresión es el aumento de la ingesta de ácido fólico y vitamina B12. Este se encuentra en los vegetales de hoja verde como el brócoli o las espinacas, las hojas de lechuga más verdes, la col, la rúcula, también en las lentejas, algunas frutas como las naranjas, los arándanos, las moras, nueces, judías secas, frutos secos, productos con harinas completas, también en el hígado.
Algunas enfermedades gastrointestinales como la enfermedad de Crohn, el consumo regular de alcohol, el tabaquismo, el uso de drogas y los contraceptivos por via oral, pueden predisponer a una deficiencia de ácido fólico y vitamina B12. Durante el embarazo es frecuente la prescripción de una ingesta mayor de ácido fólico.
Has escrito un artículo muy interesante, ligado además a fuentes de relevancia en el tema. Sin duda, además de una dieta equilibrada, descansar, hacer ejercicio habitualmente y dormir al menos 8 horas al día ayuda a combatir ese riesgo.
Un saludo!
Importantísimo también equilibrar la relación omega3 y omega 6, aumentando lo primero (tomando pescados azules) y disminuyendo el segundo (por ejemplo eliminando productos procesados y ciertos aceites vegetales como el de girasol)