El intestino es el órgano más grande del cuerpo y juega un papel fundamental en nuestro sistema inmunitario. Su disfuncionamiento puede conllevar otros problemas de salud y afectar otros órganos del cuerpo.
La enfermedad inflamatoria intestinal o EII se divide en colitis ulcerosa (CU) y enfermedad de Crohn. Son enfermedades autoinmunes del tracto gastrointestinal. Aunque se desconoce la causa exacta que las provoca, se sabe que influyen factores genéticos y ambientales (especialmente la alimentación y el estrés, así como situaciones de hipoxia como los viajes en avión o la práctica de montañismo a altas alturas).
Factores genéticos, ambientales y hereditarios
Las EII tienen un componente hereditario. Se estima que existe un 10% de posibilidades de desarrollar una enfermedad inflamatoria intestinal si se tienen antecedentes familiares; según la Universidad de California, la edad más frecuente en la que se aparecen los primeros síntomas es entre 15 y 30 años; su forma tardía se presenta entre los 60-80 años.
Entre los factores ambientales, la microflora del colon y los componentes de los alimentos (antígenos) pueden jugar un papel importante en la patogénesis de las EII. Por otro lado, el riesgo de desarrollar CU es mayor entre los fumadores.
Patología
La colitis ulcerosa, en general, afecta la mucosa rectal y se extiende a todo o parte del colon.
En la colitis ulcerosa se producen ataques recurrentes y episódicos (llamados comúnmente brotes) que afectan a la mucosa del colon. En los pacientes con procesos más graves, la inflamación puede incluso pasar a través de la mucosa y alcanzar la zona muscular. La motilidad intestinal se deteriora, disminuyendo los movimientos intestinales y el paciente puede llegar a sufrir megacolon tóxico (dilatación muy rápida del colon que puede llegar a ser mortal).
Tratamiento
El tratamiento de estos pacientes es un desafío constante para gastroenterólogos y cirujanos. La intervención quirúrgica es la última alternativa. Se utilizan salicilatos, antibióticos, corticoides y inmunomoduladores o inmunosupresores para reducir los síntomas y para el mantenimiento de la remisión. Desafortunadamente, el uso a largo plazo de esas sustancias puede tener efectos secundarios graves, disuadiendo a muchos enfermos a tratarse durante muchos años.
Un brote severo de colitis ulcerosa, según la clasificación de Truelove y Witt [4], es una emergencia médica que requiere hospitalización inmediata. El balance de líquidos y electrolitos, tratamiento medicamentoso y una dieta adecuada son complementos importantes de la gestión de la UC grave.
Estudios recientes han demostrado que el consumo regular de ciertos agentes dietéticos (especias, aceites y sustancias fitoquímicas dietéticas) aportan beneficios en la prevención y mejoría de la colitis ulcerosa. [2]
Estudio sobre la alergia a la leche
Las personas con colitis ulcerosa pueden sufrir alergia o intolerancia alimentaria a algunos alimentos entre los que se incluye la leche, que es uno de los principales alérgenos alimentarios.
Es significativo el hecho de que, en la investigación científica, frecuentemente, se utilizan derivados lácteos para inducir la inflamación a ratas de laboratorio. Oligosacáridos de la leche influyen en la composición de la microbiota intestinal y en la inflamación de la mucosa [7]. El consumo de una dieta rica en grasas saturadas (leche y sus derivados) provoca un desequilibrio de la flora intestinal favoreciendo el aumento de bacterias poco frecuentes en el intestino lo que conlleva a una respuesta inflamatoria.[8]
En 1961, se publicó un estudio británico sobre la reacción directa entre el consumo de lácteos y el agravamiento de los síntomas de colitis ulcerosa. Se estableció una correlación positiva altamente significativa entre el momento en que un paciente estaba sin síntomas, siguiendo una dieta libre de lácteos y el tiempo que transcurría hasta su recaída clínica después de la reintroducción de la leche en la dieta. Ya entonces se había establecido que cuando se elimina la leche y sus derivados de la dieta de pacientes con colitis ulcerosa, el curso clínico de la enfermedad experimenta mejoría. [9]
Desde entonces se han publicado muchos otros estudios. El objetivo del estudio de la Universidad de Ciencias Médicas de Irán, publicado recientemente, evaluó la alergia a la leche entre 72 pacientes de colitis ulcerosa confirmada con biopsia y 72 personas sin antecedentes de colitis, determinando que existe una relación significativa entre la colitis ulcerosa y la alergia a la leche de vaca, leche de vaca UHT y caseína. En presencia del alérgeno se produce una respuesta inmune anormal provocada normalmente por hipersensibilidad a la proteína. Por lo que, para muchos de esos pacientes, el consumo de productos lácteos puede agravar la colitis ulcerosa.
A pesar de que este estudio se ha realizado en un número muy limitado de pacientes, aporta una nueva evidencia de la posible relación adversa entre la colitis ulcerosa y el consumo de leche de vaca y sus derivados. Se constata que un elevado porcentaje de pacientes con CU presenta reacciones alérgicas o intolerancia a leche y los lácteos y su consumo puede agravar los síntomas de la colitis ulcerosa.
A las personas afectadas se les recomienda que sigan una dieta especial, libre de lácteos y de otros alimentos alérgenos.
A pesar de que la mayoría de los pacientes mencionan que determinados alimentos agravan sus síntomas, hasta ahora no se han hecho investigaciones completas en ese sentido.
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